El curso de la emergencia sanitaria que el mundo entero atravesó a causa de la pandemia de la COVID-19 nos mostró que catástrofes como aquella, si bien alcanza a ricos, pobres, poderosos y gente corriente, ataca sobre todo a las personas que viven en condiciones más precarias (hacinamiento, baja calidad de las viviendas, escasez de recursos de protección social, falta de apoyo social). Pero, de manera especialmente llamativa, se cebó con las personas de avanzada edad con enfermedades crónicas y, dentro de este grupo, con quienes vivían en residencias.