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Repensar la ciudad desde la longevidad

Fuente: Fundación Pilares

Cristina Rodríguez-Porrero

Cristina Rodríguez-Porrero, presidenta de la Comisión de Longevidad Empoderada y Colaborativa de la PMP

La ciudad se ha ido transformando a lo largo de la historia adaptándose a los cambios sociales, económicos y tecnológicos. Actualmente nuevos desafíos relacionados con la globalización, la inmigración y la digitalización junto con los avances en la longevidad implican retos y oportunidades que requieren una gestión coordinada evitando nuevas desigualdades.

Estamos ante una gran necesidad de repensar la ciudad desde la perspectiva de la longevidad en todas sus esferas: urbanismo, vivienda, movilidad, servicios, participación…, consiguiendo unos entornos inclusivos, accesibles, saludables, participativos, seguros y cuidadores para todas las etapas del ciclo vital de presentes y futuras generaciones.

Posibilitar la ciudadanía, poner a la persona en el centro , conseguir transformaciones que den respuesta a nuevas vulnerabilidades, favorecer los cuidados integrales de proximidad, aprovechar el uso de los avances tecnológicos y digitales de manera ética, estar mejor preparados en casos de emergencias con planteamientos inclusivos, asegurar viviendas dignas, luchar para evitar la pérdida de identidad cultural de los barrios, favorecer la participación con corresponsabilidad…implica una gran cantidad de tareas necesarias pero no siempre fáciles de implementar.

Como bien señalaba Elinor Ostrom los esfuerzos de colocar la responsabilidad total en expertos externos tiene poca probabilidad de proteger los recursos a largo plazo. La diversidad de las demandas a niveles, locales, regionales y nacionales precisa de sistemas complejos de gobernanza que involucren la contribución ciudadana de distintas formas. También Martha Nussbaum recalcaba que mejorar la vida de las personas requiere decisiones políticas inteligentes y la participación dedicada de muchas personas.

“¿Cuál debe ser el papel de las personas mayores y de las entidades que las representan en estas transformaciones de los entornos?”

Preparar las ciudades para una sociedad más longeva optimizando oportunidades exige la participación activa de las propias personas mayores cohesionadas como sociedad civil organizada. Para ello señalamos una serie de actuaciones que pueden interesar en este proceso colaborativo:

  1. Las personas mayores tenemos que ser más conscientes de nuestro papel para generar valor público y colaborar en la transformación de las ciudades y sus barrios. Para que se haga efectivo el principio de “Nada sobre las personas mayores sin las personas mayores” tenemos que comprometernos individual y colectivamente.

  2. Con el fin de facilitar la interlocución con las administraciones y participar en la toma de decisiones que afectan a la ciudad, las personas mayores necesitamos estar unidas y cohesionadas como sociedad civil. Esta colaboración debe ser facilitada y valorada por las administraciones, asegurando órganos de participación sostenibles como los Consejos de Personas Mayores, Concejalías, Juntas de distrito… Si el municipio en el que vivimos no tiene establecido órganos de colaboración, debemos insistir en su creación y vinculación para entender necesidades y ofrecer las respuestas requeridas. Los grupos focales de la Red de Ciudades amigables con las personas mayores buscan este protagonismo en las políticas municipales.

  3. Las personas mayores debemos exigir, valorar y proteger la plena accesibilidad de la ciudad, trabajando conjuntamente para su mejora continua. La accesibilidad universal es un derecho facilitador de la independencia y del desarrollo de potencialidades para la diversidad de personas que la habitan o visitan. Colaborar en desarrollos legales y técnicos que aseguren la plena accesibilidad es un papel que debemos cumplir, así como velar por su cumplimiento y seguimiento.

  4. La transformación de las ciudades debe considerar y promocionar los entornos que faciliten las relaciones intergeneracionales, posibiliten la experiencia de ser bien tratados conforme a la propia dignidad, deseos, valores y preferencias, evitando situaciones de soledad o aislamiento y ofreciendo una atención con apoyos y cuidados integrales centrados en la persona, cuando se necesiten, tal como establece la Década del Envejecimiento Saludable.

  5. Posibilitar un cambio positivo en los barrios del futuro nos exige a las personas mayores generar un buen impacto en nuestro propio entorno, participando activamente, evitando su degradación y favoreciendo la cohesión social, el sentido de comunidad, la confianza, los valores, la reciprocidad, el voluntariado y las redes de apoyo.

  6. Debemos exigir y colaborar para que las ciudades y entornos estén mejor preparados en casos de emergencias, desastres naturales o tecnológicos y variaciones climáticas, con respuestas inclusivas para la diversidad de situaciones. Las ciudades deben ser también preventivas evitando caídas, accidentes, contaminación, ruidos insanos o inseguridad y proporcionando entornos saludables y entendibles.

  7. Tenemos un papel que cumplir en la lucha contra la polarización económica que afecta a las ciudades: aumento de restaurantes caros frente a restaurantes asequibles de barrio; centros comerciales y tiendas gourmet frente al comercio de cercanía; viviendas de lujo y turísticas que rompen la identidad y cultura del barrio, priorizando el lucro frente al acceso equitativo, pasando la vivienda de ser un bien básico a convertirse en un activo especulativo.

  8. Debemos cocrear y apoyar nuevas alternativas a modelos residenciales y soluciones habitacionales que fomenten el bienestar, la sostenibilidad y la regeneración urbana, así como asegurar apoyos y servicios para evitar la institucionalización no deseada y poder seguir formando parte del entorno propio.

  9. La longevidad en el medio rural exige nuevos planteamientos que pueden ser muy favorecedores de la regeneración social y económica evitando el despoblamiento. Las personas mayores tenemos importantes tareas que cumplir en este proceso.

  10. Debemos exigir y contribuir a nuestro derecho a la movilidad, poder salir de casa es ahora imposible para muchas personas mayores y personas con discapacidad mayores. Envejecer en nuestro entorno implica poder ir al centro de salud, a los comercios, bancos, parques, servicios religiosos, actividades culturales, recibir formación, visitar amigos y familiares, viajar y relacionarnos.

Hablamos mucho de cómo el entorno puede favorecer el envejecimiento saludable, lo que cada vez está más científicamente probado, pero tenemos que considera también como las personas mayores podemos y debemos contribuir a esta meta.

Una mayor adecuación entre los entornos y las personas mayores se puede conseguir en todos los ámbitos y cuanta mayor calidad tengan las ciudades mejor será la vida para las personas de todas las edades. Las personas mayores debemos comprometernos para colaborar en ciudades y entornos que favorezcan una provechosa vida longeva.


Este artículo ha sido publicado en el blog de la Fundación Pilares para la Autonomía Personal.

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