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“Existe una actitud social caracterizada por una excesiva normalización de la sordera en las personas mayores”
Fuente: Plataforma de Mayores y Pensionistas
Carmen Jáudenes Casaubón, directora de FIAPAS
Según datos del INE, la discapacidad auditiva afecta en España a 1,2 millones de personas, de los cuales 161.000 son mayores de 65 años. En una entrevista con PMP, realizada en el marco del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, Cármen Jáudenes Casaubón, directora de la Confederación Española de Familias de Personas Sordas (FIAPAS), afirma que existe mucho desconocimiento entre las personas mayores sobre la discapacidad auditiva, lo cual les lleva a un proceso de resignación y conformismo que puede tener consecuencias muy negativas en su calidad de vida, sus relaciones sociales y su salud mental.
¿Cuál es el impacto de la discapacidad auditiva entre el grupo de población de las personas mayores?
La presbiacusia, que es como se llama a la sordera consecuencia del envejecimiento del sistema auditivo, afecta a un 30% de la población entre 65 y 70 años. Ese porcentaje aumenta hasta el 80% cuando hablamos de edades por encima de 75 años. Además, a esto hay que añadir que, debido a nuestra cultura y modo de vida en entornos ruidosos, las sorderas que hasta ahora eran típicas en edades por encima de los 65 años se están produciendo en población en torno a los 50 años de edad. Es decir, que la incidencia es muy elevada, hasta el punto de que el último informe sobre audición de la Organización Mundial de la Salud revela que la presbiacusia es la principal causa de años vividos con discapacidad para las personas mayores de 70 años.
¿Por qué hay tanto desconocimiento entre las personas mayores sobre la discapacidad auditiva?
El desconocimiento sobre la sordera es muy general. Si no te afecta personalmente o en tu entorno más directo, familiar o social, no eres capaz de calibrar sus consecuencias y las limitaciones que impone en la vida diaria. Además, se tienden a minimizar los efectos de la sordera. Parece que es un problema menor y, sin embargo, en lo que respecta a las personas mayores, cada vez hay más investigaciones que demuestran cómo la discapacidad auditiva afecta a nivel cognitivo y a nivel emocional, porque el hecho de perder todos esos estímulos auditivos produce aislamiento social.
Por otro lado, se produce cierta resignación y conformismo de las propias personas afectadas, porque tienden a pensar es algo propio de la edad, contra lo que no se puede hacer nada. Así que la primera barrera que hay que romper es la de la propia familia, porque se tiende a hacer esta misma lectura conformista en el entorno de la persona mayor. Los propios familiares lo normalizan como algo propio de la edad y lo solucionan, por ejemplo, hablándole a la persona mayor un poco más fuerte o dejándola al margen de las conversaciones, pensando que ya la pondrán al día de los asuntos hablados en otro momento. Existe, en general, una actitud social caracterizada por una excesiva normalización de la sordera en las personas mayores.
Aparte de la pérdida de audición, ¿cuáles son las principales consecuencias de la discapacidad auditiva en la salud de las personas mayores?
La sordera no es una causa, pero sí que contribuye a empeorar o a desarrollar algunos tipos de trastornos cognitivos o emocionales. Por otro lado, afecta un poco a la orientación espacial, porque en el momento que se pierde referencia de fuentes sonoras es más difícil orientarse. Además, puede provocar en muchos casos problemas de equilibrio que devienen en una deambulación inestable y en caídas. Todo ello al final va haciendo que la persona se aísle y la autopercepción de su propio bienestar empeore.
Lo importante es que, si se detecta tempranamente, esa pérdida de audición se puede paliar con prótesis o dispositivos auditivos y con accesibilidad en el entorno, lo cual puede producir una mejora sustancial en la calidad de vida y en la autopercepción de la propia persona, que es mucho más positiva.
Hay personas que, después de ponerles una prótesis auditiva o un implante, no tienen muy buenos resultados en las mediciones audiológicas, en cuanto a sonidos que puede percibir o las frases y palaras que puede entender; sin embargo, cuando les preguntan cómo se sienten la respuesta es absolutamente positiva, la mejora de la autopercepción de su estado es notable.
¿Qué medidas de prevención serían necesarias para reducir ese impacto de la discapacidad auditiva en las personas mayores?
En primer lugar, el acceso a las prótesis auditivas, porque actualmente los implantes cocleares sí que están cubiertos por la cartera de servicios del Sistema Nacional de Salud, mientras que las prótesis, que son las mayoritariamente utilizadas por las personas mayores con presbiacusia, no están totalmente cubiertas. Tienen que sufragárselo y estos productos tienen un alto coste, no solo para acceder a ellos, sino para mantenerlos y para reponerlos.
Ese es el primer hándicap, la discriminación que existe en lo referente a las prótesis externas, puesto que están cubiertas como prestación del Sistema Nacional de Salud solamente hasta los 26 años de edad, a partir de esa edad no están cubiertas, algo que sería impensable en cualquier otro tipo de prótesis externa. Es decir, por ejemplo, si tienes pérdida en un oído el sistema entiende que puedes valerte con el otro, pero no imaginaríamos que nos dijeran lo mismo si necesitamos una prótesis de mano o de brazo. Es un caso flagrante de discriminación.
Por otro lado, se debería implantar un cribado eficaz. Lo primero es la vigilancia sistematizada de la salud y, en segundo lugar, los protocolos de cribado en determinados cortes de edad para que se pueda establecer el tratamiento adecuado para paliar la sordera, porque cuantos más años pasan con pérdidas auditivas más difícil es que las prótesis sean eficaces.
Precisamente de ahí viene muchas veces el rechazo hacia los audífonos que se produce entre las personas mayores que llevan tiempo con una pérdida auditiva, porque ya no les sacan el partido suficiente. Por eso es muy importante esa detección precoz, aunque en este caso no hablamos de la infancia, sino que esos cribados deben hacerse a partir de los 50 años.
En cuanto a la accesibilidad, ¿cómo afecta la discapacidad auditiva a las personas mayores? ¿Cuáles son las principales dificultades a las que se enfrentan, sobre todo en servicios públicos?
Se producen bastantes dificultades en el día a día de las personas mayores con sordera a la hora de acudir a servicios públicos o privados. En primer lugar, sienten inseguridad sobre si se van a enterar o no de las explicaciones que les van a dar. Se ven obligadas a ir acompañados de algún familiar, con lo cual se da la situación de que quien recibe la atención es su acompañante, con lo cual, pierdan su autonomía y su privacidad.
El impacto a nivel social y emocional es importante porque esa inseguridad y falta de independencia también empieza a provocar que la persona se autoexcluya del disfrute del ocio y los encuentros familiares o sociales. Se reduce el círculo de actividad y la persona cae en una soledad no deseada.
Además, cuando hablamos de servicios públicos, las personas mayores con sordera sufren una doble discriminación. En lo que respecta, por ejemplo, a la digitalización de muchos servicios, no solo se ven limitados por la falta de conocimientos, sino por la falta de accesibilidad para adquirir esos conocimientos y entender esas nuevas formas de realizar las gestiones.
¿Qué medidas a nivel sanitario y sociosanitario deben tomarse para mejorar la calidad vida de las personas con discapacidad auditiva mayores?
Hace falta un mayor conocimiento y formación entre los profesionales de los servicios sociosanitarios en cuanto a estrategias de conducta a la hora de dirigirse a las personas con discapacidad auditiva mayores, para facilitarles la mayor inteligibilidad posible cuando les hablan. Una de las grandes dificultades que genera la sordera entre las personas mayores no es estrictamente la pérdida auditiva, sino la plena comprensión de lo que les están diciendo. Hay una serie de estrategias, como hablarles de frente con, una buena iluminación, utilizando frases cortas y directas, etc., que ayudan a facilitar la comprensión y deben tenerse en cuenta por parte de quienes les atienden o les prestan cuidados.
Por otro lado, sería importantísimo realizar en campañas de sensibilización orientadas al cuidado de la audición y, sobre todo, a la normalización del uso de las prótesis auditivas. Todos tenemos interiorizado y normalizado que cuando tenemos alguna dificultad visual utilizamos gafas; sin embargo, no ocurre lo mismo con las prótesis auditivas, que generan un estigma y la persona que las lleva piensa que proyecta esa imagen de que es mayor y no se entera bien de lo que ocurre a su alrededor. Así que es importante realizar campañas de concienciación tanto sobre la salud auditiva como para normalizar la utilización de las prótesis.
Se ha acordado establecer una alianza entre FIAPAS y PMP para afrontar de manera más específica el impacto de la discapacidad auditiva en el entorno de las personas mayores ¿cuáles serán las líneas de trabajo de dicha alianza?
Todavía no lo hemos formalizado, pero coincidimos en que podemos hacer una buena labor de incidencia mediante una alianza entre las dos entidades. La PMP tiene entre sus objetivos el desarrollo de un plan nacional de salud para las personas mayores. Por nuestra parte, podemos contribuir en la introducción de la vigilancia de la salud auditiva de las personas con sordera mayores con sordera.
Por otro lado, también podemos colaborar en el trabajo con la Administración para el desarrollo de la Estrategia Nacional contra la Soledad No Deseada y, por último, también podemos trabajar juntos en la puesta en marcha del primer Plan Nacional de Bienestar Saludable de Personas con Discapacidad en el que se incluyó, por iniciativa de FIAPAS, el cribado auditivo a partir de los de los 50 años.
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