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Un pacto de Estado sobre el modelo de cuidados en la vejez que permita afrontar con garantías la atención a los mayores dependientes

Fuente: Plataforma de Mayores y Pensionistas

Un instante de la quinta sesión del VI Encuentro de Economía Sénior.

El VI Encuentro de Economía Sénior aborda el modelo de cuidados desde un punto de vista psicológico, emocional y social

La VI edición del Encuentro de Economía Senior sigue su curso. La quinta sesión reunió a varios expertos en dos mesas redondas, moderadas por el periodista Manuel Campo Vidal, en las que se ha debatido sobre el modelo de cuidados desde un punto de vista psicológico, emocional y social, y sobre la innovación tecnológica y social para los mayores.

Los expertos de la primera mesa redonda destacaron el momento de cambio en que nos encontramos. Marije Goicoetxea, doctora en Derechos Humanos y licenciada en Psicología por la Universidad de Deusto, puso el foco en el cambio de los cuidados asumidos tradicionalmente por las mujeres, a la opinión actual de que deben ser prestados por la sociedad en su conjunto.

Javier Yanguas, director científico del Programa de Mayores de la Obra Social "la Caixa", resumió la evolución en las últimas décadas: a la visión “hostelera” que se tenía de los cuidados hace dos o tres décadas, cuando lo importante era que los mayores estuvieran “bien comidos y vestidos”, se han ido añadiendo a lo largo de los años las variables sanitaria (cuidados médicos), social (entretenimiento) y ética (respeto a los derechos, la dignidad y la autonomía de la persona). Para Mercè Pérez Salanova, doctora en Psicología e investigadora en la Universidad Autónoma de Barcelona, ahora queremos una atención centrada en la persona frente a una atención basada en la organización.

Organizaciones al servicio de la persona

En definitiva, se trata de que la persona pueda continuar su proyecto de vida a pesar de la fragilidad o vulnerabilidad que pueda tener por la edad, y por eso las organizaciones deben ponerse al servicio de la persona. “Tenemos una visión instrumental de los cuidados porque los consideramos tareas, y la columna vertebral del cuidado es la relación que se crea entre quien presta los cuidados y quien los recibe; si no genera un vínculo, lo que provoca es que la persona que recibe los cuidados desista del interés en la vida”, indicó Mercé Pérez.

“El factor más importante para que la demencia avance en un medio residencial es el aburrimiento, ya que las personas se desconectan neurológicamente”, añadió Marijé Goicoetxea.

Para Javier Yanguas, los cuidados a los mayores, tal como están planteados ahora mismo, no están a la altura de una sociedad avanzada y con una perspectiva ética. Es necesaria una conversación pública porque no es una cuestión económica exclusivamente, supone también un cambio cultural para todos, para los que cuidan y para los que son cuidados. “A nadie le gusta pensar que en el futuro se va a encontrar en una situación de vulnerabilidad o dependencia, pero va a suceder y por eso el sector de los cuidados es imprescindible. Pero está mal remunerado y poco reconocido y, aunque hay muy buenos profesionales, otros muchos no lo son. Hay que elevar los cuidados a una prioridad nacional, con residencias, con políticas de cuidados y con políticas educativas para los profesionales de los cuidados”. Como sociedad, tiene que haber unos mínimos de recursos y apoyo para todos, sin olvidar además que los cuidados son una actividad intergeneracional que se va a ver afectada por el cambio demográfico y que trasciende a los servicios sociales, sanitarios o a la tecnología.

Innovación tecnológica y social

La innovación tecnológica y social para los mayores ha centrado el debate del segundo panel de expertos, compuesto por María José Abraham, directora general de la Fundación Edad&Vida, José María Pena, consejero delegado de DomusVi, y Natalia Roldán, subdirectora general de Eulen Servicios Sociosanitarios y presidenta de AESTE (Asociación de Empresas de Servicios para la Dependencia).

La pandemia ha supuesto un antes y un después para todos, pero puso especialmente en el foco al sector de los cuidados, no solo determinando hacia dónde deben evolucionar los modelos de residencias de mayores, con un mayor componente sociosanitario, sino también poniendo de manifiesto que es una cuestión de país que no debemos mirar como algo ajeno porque tarde o temprano nos va a afectar a todos.

Los tres expertos esperaban que en este tiempo se hubiesen producido mayores cambios. Para Natalia Roldán, “es importante que, después de esa visibilización, haya un compromiso sobre el modelo que queremos a futuro. El sector de los cuidados afecta a los ámbitos de sanidad, ciencia, economía, hacienda, empleo, formación o políticas migratorias ordenadas, entre otros. Por ello, debe abordarse desde esa transversalidad, de modo firme y con visión a medio y largo plazo, con independencia de quien esté en el gobierno”.

Para José María Pena, “el sentido de la urgencia y la mirada a largo plazo que requiere el tema de los cuidados no está ahora mismo en la política de nuestro país”. En palabras de María José Abraham, “lo que piensa la sociedad de hoy en día no es lo mismo que se pensaba cuando se diseñaron las infraestructuras actuales, por eso es necesario trascender al marco político actual y pensar a largo plazo”.

En los últimos años se observa una mayor preferencia a envejecer en el propio domicilio o en soluciones como el senior living (un entorno con mayores servicios). Por otro lado, han cambiado las necesidades de las residencias debido al aumento de la edad media de los residentes (83-85 años), un perfil más frágil y con mayor demanda de servicios sanitarios. La esperanza de vida en España está en torno a los 83 años, pero de buena salud está entre 75 y 77 años. Por eso el sistema debe estar pensado para dar cobertura tanto a las personas que permanecen en su casa con un servicio de ayuda a domicilio, como a las que acaban en una residencia porque tienen necesidades sanitarias.

Es fundamental digitalizar el sector del cuidado y apostar por las tecnologías que ayuden a monitorizar en remoto a los mayores que están en su domicilio, ya que de este modo se podrá atender a un mayor número de personas. Las tecnologías ya existen y las hemos incorporado a nuestro día a día; ahora solo hace falta extender su aplicación al ámbito de los cuidados (relojes que monitorizan la salud, sensorización de la vivienda) y del bienestar (gafas virtuales que permiten “viajar”, universidades de mayores para mantenerse activos estudiando en remoto). Todo ello sin perder de vista las tendencias demográficas: la generación baby boomer, muy numerosa, está entrando en la edad de jubilación y envejecimiento, pero después vendrá una generación menos numerosa y habrá que readaptar los recursos.

Como reflexión final, los tres expertos estuvieron de acuerdo en la necesidad de un pacto de Estado, con presencia del sector, que determine el modelo de cuidados a medio y largo plazo teniendo en cuenta el reto demográfico, poniendo especial foco en la necesidad de profesionales cualificados y en las políticas necesarias para atraer ese talento.

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