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Lázaro González: “Los mayores somos una parte importantísima de la riqueza de nuestro país”

Fuente: Plataforma de Mayores y Pensionistas

Un instante de la segunda sesión del Encuentro de Economía Sénior.

Segunda sesión del VI Encuentro de Economía Sénior

El pasado 25 de mayo se celebró la segunda sesión del Encuentro de Economía Sénior, foro decano en esta materia en España, que este año alcanza su VI edición. Expertos y representantes de asociaciones y otras entidades de mayores debatieron sobre la realidad, los propósitos y las demandas de la población sénior, de la mano del periodista Manuel Campo Vidal.

Participaron en la primera mesa del encuentro, con el título ‘Los séniors, sus propósitos y sus demandas’, Lourdes Bermejo, doctora en Ciencias de la Educación y experta en gerontología; Gabino Casas, de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid; Lázaro González, presidente de la Plataforma de Mayores y Pensionista (PMP), y Cristina Rodríguez-Porrero, presidenta de la Comisión de Envejecimiento Activo de la PMP. La conversación giró en torno a aspectos como el edadismo, el envejecimiento activo, la invisibilidad, la soledad, la convivencia intergeneracional o las ciudades amables.

En la segunda mesa, ‘Edad y realidad’, participaron Ana Botella, presidenta de la Fundación Integra y exalcaldesa de Madrid; Ramón Jáuregui, exministro de Presidencia, y Carlos San Juan, médico jubilado impulsor de la campaña “Soy mayor, no idiota”, que dio visibilidad a las dificultades en la relación del colectivo sénior con las administraciones públicas y las empresas a través de la tecnología.

Primera mesa: ‘Los séniors, sus propósitos y sus demandas’

La edad en que comenzamos a percibir a alguien como mayor (algunos hablan de los 55, otros de los 65 o incluso de los 80 años) depende de muchos factores como la salud, el género, el nivel socioeconómico, el nivel cultural o el lugar de residencia. Lo que es común en este colectivo es la ola creciente de edadismo (discriminación por motivo de la edad) que sufre.

Para Gabino Casas, se manifiesta por ejemplo en la infantilización en el trato cuando los mayores van al médico, o simplemente cuando no se respetan sus opiniones y participación. “Los mayores seguimos siendo gente activa que seguimos pensando, que queremos estar socialmente involucrados y que no queremos dejar de sentirnos útiles al día siguiente de la jubilación”.

Por su parte, Lázaro González reivindicó que “los mayores somos una parte importantísima de la riqueza de nuestro país: riqueza de talento, riqueza cultural y riqueza económica por los bienes y servicios que consumimos, que no se puede despreciar”.

Cristina Rodríguez recordó que fue en la Segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento, celebrada en Madrid en 2002, cuando se empezó a hablar del envejecimiento activo. En su opinión, puede definirse con cuatro “P”: la primera es la Promoción del bienestar físico, cultural y social, que es responsabilidad de todos; la segunda la Participación, ya que las personas mayores deben jugar un papel activo en la sociedad; la tercera es Proporcionar cuidados, ya que si esos cuidados están asegurados, tendrán una mayor tranquilidad para desarrollar una vida activa; y por último, la p de Protagonistas, los mayores no deben ser meros pasajeros sino conductores de su proyecto de vida.

La colaboración intergeneracional es imprescindible para que una sociedad pueda avanzar. Muchas familias sobreviven gracias a los cuidados y el apoyo de los abuelos a los nietos, y es necesario ver también con naturalidad el tránsito vital y el acompañamiento y cuidado de los mayores, que quizá se está perdiendo, en opinión de Lourdes Bermejo.

Las relaciones intergeneracionales se dan en la propia familia, pero también deben propiciarse en la escuela y promoverse por las asociaciones y entidades ciudadanas. Los organismos públicos deben apoyar estas iniciativas para que la convivencia intergeneracional se viva de una forma natural y enriquecedora.

Gabino Casas apuntó que los centros de mayores deberían convertirse en “centros cívicos intergeneracionales donde jóvenes y mayores seamos capaces de compartir una partida de mus o cualquier actividad cultural que nos permita enriquecernos los unos a los otros”. “Es fundamental que la intergeneracionalidad abunde en toda la sociedad y se deje de ver a los mayores como clases pasivas; tenemos mucho que aportar y esa combinación de jóvenes, gente de mediana edad y mayores es imprescindible para que esta sociedad prospere”.apuntó Casas.

Lázaro González aportó ejemplos de ayuntamientos como Getafe (Madrid) o Azuqueca de Henares (Guadalajara), que promueven actividades de integración entre jóvenes y mayores, “pero no es lo común y queda mucho por hacer”.

La soledad no deseada es un problema social transversal −se produce tanto en entornos rurales como en grandes ciudades, y no solo afecta a los mayores sino también a los jóvenes según estudios recientes− que podría resolverse con iniciativas de convivencia intergeneracional.

Cristina Rodríguez destacó algunas medidas interesantes para luchar contra la soledad en el mundo rural, poniendo como ejemplo el municipio de Pescueza (Cáceres), en el que se estableció un sistema de apoyo, acompañamiento y cuidados a los mayores que generó a su vez un nicho de empleo que revitalizó el pueblo.

Sobre los cuidados, Lázaro González insistió en la importancia de cambiar el foco, ya que tradicionalmente los han ejercido las mujeres, pero el mundo ha cambiado y hay que avanzar hacia una sociedad cuidadora en la que sean responsabilidad de todos.

También queda mucho por hacer en la creación de ciudades amables, “con aceras suficientemente anchas para poder transitar con un andador, una silla de ruedas o un carrito de bebé sin que estorbe un patinete”, con apoyo de las administraciones públicas para adaptar las viviendas y facilitar que los mayores puedan envejecer en su casa y no en una residencia, con avances tecnológicos que hagan más fácil la vida de las personas en su propio domicilio, y con una profesionalización y dotación de los servicios sociales que permita personalizar los cuidados.

Como conclusión de la primera mesa de diálogo, los ponentes invitaron a la reflexión sobre qué estamos aportando y qué podemos hacer cada uno desde nuestro ámbito personal y profesional para hacer una sociedad mejor en la que los mayores tengan más facilidades para seguir utilizando sus capacidades plenamente.

Es necesario cambiar el enfoque y tener en cuenta la mirada, los valores y la experiencia que las personas mayores pueden aportar para hacer una sociedad más reflexiva y menos banal. Y respetar los derechos a unos ingresos dignos, a una salud decente y a un buen trato de las instituciones y de las empresas porque tarde o temprano todos vamos a envejecer.

Segunda mesa: 'Edad y realidad'

En la segunda mesa, ‘Edad y realidad’, Ramón Jáuregui y Ana Botella destacaron la modernización extraordinaria y la mejora del estado del bienestar que se ha producido en España en los últimos 40 años. “Hemos ganado 15 o 20 años de vida después de la jubilación y se han difuminado las viejas fronteras entre formación, trabajo y jubilación”, señaló Jáuregui.

Para Ana Botella, esta gran transformación conlleva dos temas fundamentales: la cuestión demográfica y la pirámide poblacional. “España tiene una de las tasas de natalidad más bajas del mundo y una esperanza de vida de las más altas, lo que plantea muchas cuestiones respecto a esos 15 o 20 años de vida que tenemos después de la jubilación”.

Carlos San Juan coincidió en la mejora que ha traído el estado del bienestar, pero cree que la visión que se tiene de los mayores no es buena. “Antes se nos llamaba clases pasivas y ahora prácticamente somos invisibles”. En su opinión, no es un logro presumir de haber formado el gobierno más joven de la democracia; antes se tenía un respeto a los mayores, a los que se tenía como consejeros, que ha desaparecido porque parece que solo cuenta la juventud. “La publicidad, las cremas antiarrugas, los estiramientos, la cirugía… Hemos pasado a un culto verdaderamente narcisista de la juventud”, añadió.

Manuel Campo Vidal destacó la importancia que tuvo la campaña que inició Carlos San Juan para poner en el foco a los mayores. Foros como el Encuentro de Economía Sénior, que ya va por su sexta edición, demuestran que hay un interés en hablar de las cuestiones que afectan a la población senior.

Para Ramón Jáuregui, la sociedad sí respeta a los mayores, pero no aprecia su sabiduría y experiencia. Esto se da en todos los ámbitos, también en la empresa, que en general no quiere personas mayores por sus costes, ya que es más barato contratar a gente joven. “La tendencia a las prejubilaciones es un mal general; se pierde todo el valor que pueden aportar los seniors”.

En este punto, Ana Botella indicó que la auctoritas de los mayores, su talento y conocimiento, debe integrarse en la vida de la empresa, de la Administración y de la sociedad en general. “La educación es fundamental para que exista ese respeto y admiración hacia los mayores”, y las familias también juegan un papel importante. “Se ha producido un cambio en el modelo social español, las familias cada vez son más pequeñas, hay más familias desestructuradas, y el problema de la soledad no deseada ha aumentado porque ese arropamiento familiar que existía antes para las personas mayores cada vez es menor. Nos tenemos que preguntar qué hemos hecho para llegar a esto y cómo se puede solucionar”.

Para Carlos San Juan, hay una crisis de valores en la sociedad. Cuando inició el movimiento “soy mayor, no idiota” lo hizo pensando en el alto porcentaje de personas con pensiones muy bajas, en riesgo de exclusión social, a las que se ha dejado aisladas por no dominar el medio digital.

Ramón Jáuregui habló del empoderamiento de los mayores y de la necesidad de apoyos para poder tener autonomía y capacidad de llevar una vida plena en la etapa senior. Estos apoyos pueden ser políticas públicas de cuidados en las residencias y de atención a la dependencia, pero también existen otras medidas que permiten a los mayores monetizar su vivienda para aumentar la pensión, de manera que puedan vivir en su casa cubriendo sus necesidades de cuidados. Estos instrumentos son la hipoteca inversa y la venta de la nuda propiedad, es decir, vender tu casa, pero mantener el usufructo para poder seguir viviendo en ella. “Estas dos figuras son clave, pero no son habituales en el sistema financiero español”, indicó Jáuregui.

Esto también se debe, como apuntó Ana Botella, a que se trata de “una generación sumamente sacrificada, que desde que empezaba a trabajar se abría una cuenta de ahorro vivienda, y que quiere que su principal patrimonio, que es su vivienda, sea para sus hijos”.

Hubo tiempo para debatir sobre política a partir del dato de los 9,3 millones de mayores con derecho a voto en España y de la influencia que podrían ejercer como colectivo. Se habló del cortoplacismo de la política actual y de la necesidad de proyectos a futuro, teniendo en cuenta el cambio que se está produciendo en la pirámide poblacional y en el mercado de trabajo por la revolución tecnológica.

Por último, y respecto a las ciudades amigables con los mayores, se destacaron varias ideas: la necesidad de aplicar las buenas prácticas que han funcionado en otros países, la de recabar la opinión de los colectivos de mayores a la hora de decidir sobre las medidas −y para ello es necesario mejorar la interlocución con las administraciones−, y la necesidad de retener el talento de los seniors y de educar en valores como el respeto y la empatía.

El vídeo completo de esta sesión del encuentro puede verse aquí.