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'La situación debe cambiar, empezando por una educación que promueva la convivencia y acabe con los prejuicios'
Fuente: Entre Mayores
Lázaro González, presidente de la Comisión de Trabajo de la Soledad No Deseada de la PMP
La PMP se compromete a promover programas para combatir la soledad en colaboración con las Administraciones. ¿Cree que esa unión de fuerzas convierte en más eficaz la lucha contra este fenómeno?
Creo que la unión de fuerzas que supone la plataforma ha sido una magnifica iniciativa. Diría que ya era imprescindible. Las organizaciones que integran la PMP llevan bastantes años luchando por mejorar la calidad de vida de las personas mayores en distintos campos de gran importancia, como son la mejora de las pensiones, la supresión de barreras en las viviendas y en las ciudades, por el reconocimiento y defensa de los derechos de las personas con discapacidades, por la atención a los mayores de la España vaciada, por la defensa de los derechos de los pacientes, por el combate contra los prejuicios del edadismo. Su labor ha hecho incluso avanzar a nuestro país en los índices internacionales de desarrollo humano. Sumar toda esta labor y aunar el potencial social de 15.000 organizaciones que representan a 5.700.000 personas físicas afiliadas, les da una capacidad de interlocución, colaboración y representatividad formidable ante las administraciones.
Los problemas a los que nos enfrentamos son descomunales. No solo se trata de acabar con el sufrimiento de dos millones de personas que viven en soledad no elegida, sino de también de dignificar las condiciones de vida de la España vaciada habitada mayoritariamente por personas mayores, de defender los derechos de millones de personas que tiene dificultades para beneficiarse del desarrollo y para construir en definitiva un país más cohesionado en el que nadie se queda aislado o abandonado. Ojalá la plataforma logre hacerse oír y ayude a sensibilizar a toda la población y sus administraciones de que envejecer no es una desgracia, sino una riqueza para la sociedad y una edad en la que todos tienen asegurada una vida digna.
Desde su punto de vista, y además de la coordinación entre las entidades, ¿cuál cree que es la manera deseable de luchar contra la soledad?
La situación debe cambiar, empezando por una educación que promueva la convivencia, acabe con los prejuicios sobre la vejez y fomente las actividades intergeneracionales. La educación y la sensibilización son esenciales para luchar contra la soledad. Hay que empezar por la toma de conciencia del problema, lo que es una tarea no solo de la escuela, sino también de los medios de comunicación. Quienes tiene responsabilidad política deben dar ejemplo con su conducta, sus decisiones y su leguaje. Luego hay que seguir con la mejora de los servicios públicos, especialmente la sanidad y los servicios sociales. Tenemos un sistema sanitario aceptable, pero que se ha demostrado insuficiente en la pandemia. Hay que mejorarlo en vez de desmantelarlo. El sistema de servicios sociales es manifiestamente mejorable para ser un país desarrollado. Carece de los recursos imprescindibles para hacer frente a los retos a los que nos enfrentamos. Las personas solas son invisibles, muchas de ellas ni siquiera han sido identificadas, porque no hay profesionales suficientes o se tienen que dedicar solo a quienes acuden a ellos.
También son esenciales el urbanismo amigable, la vivienda accesible y asequible, los centros sociales y cívicos, los espacios públicos accesibles, el transporte público seguro y que llega a todos los lugares, la responsabilidad cuidadora de toda la ciudadanía. Para valorar su importancia pongo solo un ejemplo: los mayores llenan los cines, los teatros y las salas de conferencias, pero muchas tienen que abandonar estas actividades porque cuando avanzan sus dificultades auditivas, no encuentran salas, ni siquiera públicas, que dispongan de instalaciones de bucle magnético que podrían haberse hecho con inversiones pequeñas. Priorizaría la atención a estos colectivos que están en especial riesgo: las personas ancianas de la España despoblada, los mayores que sufren discapacidad, los grupos que desde jóvenes han sufrido discriminación por diversas razones, las mujeres ancianas solas y los cuidadores de personas dependientes, la mayoría mujeres. Este es un grupo que también sufre mucha soledad. Todos estos aspectos deberán incluirse en la gobernanza de nuestro país, de nuestros pueblos y ciudades y en los planes estratégicos para combatir la soledad.
Está adquiriendo mucha relevancia el papel de las redes vecinales. ¿En qué hemos fallado, como sociedad, para haber llegado a perder estos vínculos que siempre han existido?
Las redes vecinales son un buen exponente del vigor de nuestros vínculos sociales. Es urgente reforzarlas al máximo posible. Durante la pandemia, han ejercido un papel muy destacado. Pero tenemos aún con frecuencia un concepto demasiado individualista de las necesidades y las relaciones humanas. En las ciudades, muchas veces, no conocemos ni a los vecinos de nuestra escalera. Nos ha faltado una educación como ciudadanos y como vecinos. Estamos demasiado acostumbrados a desconfiar de las personas que son diferentes o vienen de fuera. Ese es nuestro fracaso. En esto hemos fallado. No es que hayamos sido nunca una sociedad demasiado cohesionada. Nos gusta el bar, la calle, pero no estamos suficientemente acostumbrados a pensar que los espacios y los bienes públicos son nuestros también y que cuidarnos unos a otros es esencial para vivir en sociedad.
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