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Cuidar los Cuidados

Fuente: Plataforma de Mayores y Pensionistas

Pilar Rodríguez, presidenta de la Comisión de Dependencia y Cuidados de la PMP

Carta abierta de Pilar Rodríguez, presidenta de la Comisión de Dependencia y Cuidados de la PMP

El ámbito de los cuidados de larga duración, definidos por la OMS como las actividades llevadas a cabo por otros para que las personas que han tenido una pérdida importante y permanente de la capacidad intrínseca o corren riesgo de tenerla, puedan mantener un nivel de capacidad funcional conforme con sus derechos básicos, sus libertades fundamentales y la dignidad humana”  es variado y complejo y tiene una doble cara: hay alguien que recibe cuidados y alguien que da cuidados. Todo ello configura distintas situaciones y vínculos entre las personas que cuidan y quienes son cuidados. Las necesidades son múltiples y diversas, pero también son diversas las posibles respuestas. Cuidar quiere decir intervenir para reducir el umbral de discapacidad y mejorar la funcionalidad y significa apoyar a las personas para que alcancen el mayor bienestar posible a lo largo de sus vidas.

La OMS estima que más de 1.000 millones de personas viven con algún tipo de discapacidad, siendo la mayor parte de ellas son personas mayores. Esa cifra corresponde aproximadamente al 15% de la población mundial. Diferentes investigaciones han dejado manifiesto que los cambios ambientales favorables a la persona pueden reducir el umbral de discapacidad, que es posible prevenir la discapacidad y mantener la independencia durante muchos más años si se adecúan tanto los entornos donde viven las personas como el ambiente humano (profesional y familiar) para que coadyuven a ese objetivo. Y cuando no sea posible prevenir, todavía hay posibilidad de rehabilitar la función y ofrecer condiciones de vida digna, contando con la participación de las personas. La OMS (2002, 2015) así lo explica y resume en la gráfica que aparece a continuación (Figura1).

Gráfica del umbral de discapacidad

 

El tema de los cuidados de larga duración ha cobrado gran importancia en los últimos tiempos por el envejecimiento y sobreenvejecimiento poblacional. A más años de vida, más posibilidad de necesitar cuidados de algún tipo a consecuencia de la aparición de enfermedades crónicas, en especial las relacionadas con el deterioro cognitivo y las demencias. Según las estadísticas de los grandes Organismos Internacionales, se prevé  que el número de personas afectadas por demencia aumente a 75 millones en 2030 y a 132 millones en 2050. Es decir, cada 20 años se duplicará el número.. Se estima que  en España el número de personas afectadas supera las 700.000 personas entre los mayores de 40 años (Plan Integral de Alzheimer y otras demencias, 2019-2023).

En la medida que aumenta el número de personas en situación de dependencia también se incrementa, lógicamente, la demanda de cuidados y eso, obviamente, exige contar con un número mayor de cuidadores/as con formación adecuada. Cuidar a las personas corresponde al Estado a través de sus políticas públicas y también a la familia y a las  distintas instituciones de la sociedad civil (Tobío et al, 2010) y desde todas estas instancias el cuidado ha de prestarse siempre teniendo en cuenta sus preferencias individuales, procurando el mayor grado posible de independencia, autonomía, participación, realización personal y dignidad humana, según los Principios de Naciones Unidas en favor de las personas mayores. Pero hay que alertar del peso absolutamente desproporcionado que recae sobre las mujeres, puesto que más del 90% de las cuidadoras profesionales son mujeres, mientras que alrededor del 85% de las cuidadoras familiares también son mujeres. Esta situación de inequidad en el reparto de los cuidados entre los sexos está creando, según Maria Ángeles Durán (2018) “una nueva clase social emergente pero con muy pocos derechos porque casi carece de conciencia de clase y de capacidad de reivindicación"-  

La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró la Década del Envejecimiento Saludable 2020-2030 como la principal estrategia para lograr y apoyar las acciones destinadas a construir una Sociedad para todas las Edades. Se basa en la Estrategia Mundial sobre el Envejecimiento y la Salud 2016-2020 (OMS), en el Plan de Acción internacional para el Envejecimiento (Naciones Unidas, 2002) y en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030- . Y tiene cinco áreas de acción. La primera es cambiar la forma en que pensamos, sentimos y actuamos hacia la edad y el envejecimiento. La segunda, asegurar que las comunidades fomenten las capacidades de las personas mayores. La tercera, es ofrecer atención integrada y centrada en la persona y servicios de salud primaria que respondan a las personas mayores. La cuarta, es brindar acceso a la atención de cuidados a largo plazo para las personas mayores que la necesitan.

 Esta estrategia global se basa en el concepto de envejecimiento saludable de la OMS que quedó ya definido en el Informe Mundial sobre Envejecimiento y Salud (OMS, 2015), en donde el envejecimiento saludable se asocia a la capacidad intrínseca (la combinación de todas las capacidades físicas y mentales que un individuo puede utilizar en un determinado momento) y la capacidad funcional (se refiere al entorno en el que habita un individuo y su interacción con él; esto es, el entorno proporciona una serie de recursos u obstáculos que decidirán si una persona con un determinado nivel de discapacidad puede hacer las cosas que siente que son importantes). A partir de estos dos conceptos, capacidad intrínseca y capacidad funcional, la OMS define como envejecimiento saludable el proceso de desarrollar y mantener la capacidad funcional que permite el bienestar en la vejez. Es importante entender que ambas capacidades varían y tienden a disminuir con la edad. Además, la biografía de cada persona y su trayectoria de vida también repercute sobre ellas.

Tenemos, pues, diseñada la hoja de ruta para prevenir las situaciones de dependencia, por una parte, y, por otra, para minimizar la pérdida de funcionalidad ofreciendo a las personas mayores apoyos y cuidados que, partiendo del respeto absoluto de su dignidad y derechos, les ofrezca unas condiciones de vida acordes con lo que para cada persona es importante.

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