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“Las sociedades más avanzadas no son aquellas que tienen la tecnología más innovadora, sino las que más se preocupan por los colectivos más vulnerables”

Fuente: Alberto Cabanes, presidente y fundador de ‘Adopta un Abuelo’

Alberto Cabanes, presidente y fundador de ‘Adopta un Abuelo’

Alberto Cabanes, presidente y fundador de ‘Adopta un Abuelo’

La jornada ‘Mayores y Brecha Digital’ que ha organizado la Plataforma de Mayores y Pensionistas habla de uno de los colectivos más importantes de nuestra sociedad y que yo, personalmente, es al que más admiro: las personas mayores.

Quiero contar mi historia personal, porque solo así se entiende el impacto de las acciones y la misión de la organización que presido.

‘Adopta Un Abuelo’ nace de una experiencia personal, cuando conocí a Bernardo, un señor viudo y sin descendencia que me confesó su mayor deseo: tener un nieto. Comencé a acompañarle cada semana y Bernardo cambió mi vida.

Así, tras detectar otros casos de soledad no deseada decidí fundar Adopta Un Abuelo, un programa intergeneracional de compañía con el objetivo de que los mayores se sientan escuchados, acompañados y queridos, mientras que los jóvenes aprenden valores y experiencias, creando de esta manera una memoria colectiva.

Actualmente hay más de 2 millones de mayores en España que viven en situación de soledad y 360 mil que viven en residencias, y desde Adopta Un Abuelo estamos desarrollando la tecnología necesaria para conectar generaciones en cualquier parte del mundo con el lanzamiento de la primera app que conecta generaciones.

Desde que comenzamos, hemos acompañado a 3.500 mayores durante más de 47.000 horas en 50 ciudades, y son más de 250.000 jóvenes de 18 países los que se han registrado para participar.

Pero la soledad no es el único problema al que se enfrentan las personas mayores. La llegada de internet y la aceleración de la digitalización en tareas cotidianas ha hecho que muchas personas mayores estén completamente aisladas.

En concreto, según el INE y el informe de Sociedad digital en España de 2022, apenas un 70% de los mayores de 65 años hace uso de internet; el 50% de las personas entre 65 a 74 años tienen habilidades digitales bajas, y el 47% no tiene dispositivos para conectarse a internet.

Este fenómeno de desconexión con internet es comúnmente conocido como brecha digital que hace referencia a la desigualdad de acceso a internet y al uso de las TICs. Es un problema que debemos resolver, porque no se puede dejar a nadie atrás.

Desde la experiencia adquirida, hemos detectado que la brecha digital en personas mayores conlleva, por una parte, dificultad en la realización de tareas de la vida cotidiana en procedimientos administrativos como pedir citas médicas. Según el Informe de Fundación Telefónica Sociedad Digital, en España tan solo el 30 % de los mayores de 65 años son capaces de concertar una cita médica por internet.

Pero, especialmente preocupante ha sido la aceleración de la digitalización de la banca. La campaña de firmas “Soy mayor, no soy idiota” del jubilado Carlos San Juan, que recogió 647.000 firmas, puso de manifiesto la exclusión financiera que sufren las personas mayores.

Genera un aumento del sentimiento de aislamiento al no tener acceso a las nuevas herramientas de comunicación; y, en el ámbito emocional, genera frustración, humillación y sentimiento de inferioridad.

La brecha digital es, además, especialmente grave en personas mayores con deterioro cognitivo moderado o grave, o personas mayores con un nivel de formación básico, lo que en este caso la formación juega un papel importante en la exclusión social de las personas mayores.

La experiencia también nos dice que en muchos casos no es un problema de accesibilidad, si no de formación en el uso de smartphones, tablets y ordenadores. Es por ello, que en 2021 arrancamos con nuestro programa de “Abuelos Hackers”, una actividad de formación de inclusión digital para enseñar a las personas mayores competencias básicas para desenvolverse en el mundo digital, propiciar un acercamiento amigable a la tecnología y facilitar su día a día.

Los talleres, con una duración de 90 minutos, abarcan desde hacer una videollamada, enviar un whatsapp o hacerse un selfie.

Tras realizar 20 talleres con 230 voluntarios, sugerimos las siguientes recomendaciones como buenas prácticas de formación, tales como: la creación de manuales formativos adaptados sobre herramientas que les ayudarán a llevar a cabo tareas de la vida cotidiana con más facilidad y que cada mayor se lo queda después del taller.

También enseñar el acceso a canales de contacto directo con sus familiares y amigos, lo que les ayuda a mirar la tecnología como una herramienta de socialización. Cabe destacar que el Equipo de trabajo social y voluntarios que acompaña a la persona mayor durante el taller es fundamental para su motivación y disminuir el sentimiento de frustración que muchas veces se genera.

No obstante, el taller es un acercamiento, pero no es suficiente. Las redes de familiares, amigos, vecinos o el personal de atención directa deben seguir acompañando en la labor de formación de las personas mayores. Tras la finalización del taller, preguntamos a las personas mayores cómo se han sentido, y su respuesta es de agradecimiento porque ahora se sienten más conectados.

Por ejemplo, Carmen se comunicaba con conocidos y familiares a través del teléfono principal de la residencia. Tras participar en nuestro taller, no solo ha aprendido a utilizar un smartphone, sino que tiene el suyo propio y ahora es independiente para hacer llamadas, videollamadas y whatsapp a sus familiares siempre que quiere.

Hermelina no sabía de la existencia del dispositivo Alexa hasta que tuvo el primer taller con nuestro equipo. Desde entonces lo utiliza en su día a día para conocer el tiempo, las noticias, o para recordatorios de cosas importantes que tenga que hacer a lo largo del día como la toma de su medicación.

Y Francisco nos comentó que ya sabe lo que es un meme, y ahora no para de compartirlos. Además, todos ponen de manifiesto que se sienten más seguros para enfrentarse a otros trámites digitales.

Esto es solo una muestra del impacto que se puede tener a través de la formación y un acercamiento amigable de la tecnología.

Pero para reducir la brecha digital en las personas mayores todos los actores sociales deben estar alineados. Por una parte, el sector público tiene un papel fundamental, promoviendo talleres de formación en los centros de proximidad como centros de día y de ocio, principalmente a través de ayuntamientos, concejalías y juntas de distrito, que son los puntos de mayor cercanía con las personas mayores.

También legislando a favor de los derechos de las personas mayores para que sean atendidos de una manera digna y no excluyendo a aquellas que no cuentan con las habilidades necesarias, la formación o no se quieran digitalizar.

Por otra parte, las empresas son, generalmente, el punto de contacto directo con las personas mayores, por lo que deben adaptar sus procedimientos a todos sus usuarios, sin dejar a nadie atrás. Un usuario sin atender debería considerarse un fracaso, y sus decisiones no deben contemplar solo el coste económico, sino también el coste social de excluir al colectivo de las personas mayores.

En este sentido, quiero recalcar que la responsabilidad social corporativa no debe ser un cheque anual, ni una acción puntual ni una foto bonita, sino el ADN de las operaciones de la empresa que debe guiar su misión y acciones en materia de sostenibilidad y de buen trato a los colectivos más vulnerables.

Y, por último, el tercer sector debe promover las acciones de voluntariado con personas mayores, creando programas específicos de voluntariado para que la sociedad sea partícipe de la inclusión de las personas mayores.

La inclusión social es responsabilidad de todos y comienza por tener paciencia con aquellos que no han tenido oportunidad de aprender, pero que hace muchos años crearon las condiciones para que los jóvenes como yo, disfrutemos de un país seguro, democrático e hiperconectado.

Desde Adopta Un Abuelo continuaremos con nuestro firme compromiso de incluir socialmente a las personas mayores a través de los talleres de formación de Abuelos Hackers o de nuestra app para conectar a mayores con voluntarios.

La inclusión digital de los mayores no es solo una formación, es una forma de rendir tributo a nuestros mayores y posicionarles donde se merecen, y espero que mi intervención haya servido para poner de manifiesto la urgente necesidad de reducir la brecha digital de las personas mayores.

Quiero terminar enviando un mensaje claro a todos los actores, pero especialmente a las empresas que dejan de lado a las personas mayores: “Las sociedades más avanzadas no son aquellas que tienen la tecnología más innovadora, sino las que más se preocupan por los colectivos más vulnerables”.